Berlín.- Bill Kaulitz, líder de Tokio Hotel, ha destacado siempre por su estilo extravagante. En los últimos tiempos más que nunca. Ojos pintados de negro, uñas postizas perfectamente lacadas, en una entrevista concedida al diario alemán ‘Bild’, el joven de 20 años explica su estilo, habla de su nueva película, ‘Arturo y los Minimoys 2′, y confiesa que uno de sus sueños es protagonizar una película de vampiros.
Con sus plataformas de 10 centímetros le saca dos cabezas al entrevistador de ‘Bild’. “He crecido algo, ahora alcanzo el 1,88”, comenta durante la realización de las fotografías.
Pero no sólo son las plataformas, también el pelo, peinado al estilo erizo, ropa de Christian Dior y de Rick Owens –el diseñador preferido de Madonna- un montón de cadenas y anillos de plata y guantes de cuero. El joven realmente tiene una pinta increíble.
- ¿Eliges tú mismo con lo que te vistes?
- Sí, por su puesto. Para mí ha sido muy importante tener libertad desde el principio para vestir. El mayor territorio de libertad es tu propio cuerpo. Yo quiero decidir la imagen que proyecto. Tener un estilista que te marcara con reglas cómo debes vestir sería un horror. No podría soportarlo. Para mí es importante encontrarme bien y no aburrirme con la ropa.
- ¿Siempre has sido tan concienciado o te has emancipado con el tiempo?
- En nuestra primera reunión con la compañía de discos querían imponerme un estilista, para que me dijera entre otras cosas cómo debía llevar el cabello. Fue lo primero que taché del contrato. Entonces tenía 12 años. Este asunto provocó las primeras discusiones.
- ¿Te gastas mucho en ropa?
- Si mis trapos valen mucho o poco, no es importante. Al principio apenas tenía dinero de bolsillo y yo me cosía mis propios trajes, todavía algunas veces lo hago. En ocasiones pinto lo que quiero y se lo doy al sastre. Tengo chaquetas que valen 10 euros. Lo principal es que sean guay.
- ¿Lo que digan los otros sobre tu estilo te da igual?
- Ha habido un tiempo con Tokio Hotel que no podía oír ni nuestros propios nombres. No podía ver ni mi propia cara, ni el cabello, nada. Tampoco me voy a enfadar porque a otros les pase lo mismo.
- ¿Te ves guapo?
- Yo no soy de los que se miran al espejo y dicen: ‘¡Buah! Eres un tío cojonudo’. Aún habiendo gente que lo piense de mí, yo no lo creo. Si hay personas que dicen que tengo buena pinta, me alegrará totalmente. Verse a sí mismo ya es algo diferente.
- ¿Cuánto tiempo necesitas para arreglarte?
- Entre la ducha, vestirme, pintarme… necesito una hora. También hay días en los que no me arreglo. Con estos pelos (se señala su cabellera de punta), irme al aeropuerto sería una cosa difícil. Entonces me coloco una gorra y paso totalmente desapercibido. En casa estoy por ahí tirado sin afeitar y en chándal delante de la televisión, como cualquiera.
- En ‘Arturo y los Minimoys 2’, utilizas tu voz de nuevo para el protagonista. Él experimenta su primer beso…
- Sí, para sincronizar algo así en la cabina de locución, se besa uno la propia mano, para que el sonido se produzca. No es tan romántico como aparece en la película.
- ¿Cuándo fue tu primer beso?
- Yo tenía nueve o diez años y disputaba con mi hermano gemelo la misma chica. Él la besó un día antes que yo, fue terrible. Creo que el primer beso a nadie le sabe bien. A mí me pareció horrible. El segundo fue mejor.
- ¿Quieres que lo próximo sea conquistar Hollywood?
- Hasta ahora no he recibido un buen papel. Creo que es muy difícil interpretar. Un poco de experiencia por los vídeos musicales, tengo, pero hacer una película es una cosa distinta. Si me ofrecieran algo bueno, me lo pensaría. Las películas de vampiros son mis preferidas. Mi sueño de infancia se cumpliría si pudiera protagonizar una de ellas.
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